A finales de noviembre pasado, más de trescientas mujeres de organizaciones populares de todo el país se reunieron en Los Caracas (Estado Vargas) para discutir sobre la situación de la mujer y su papel en la construcción del poder popular en Venezuela. Mujeres campesinas, activistas de los Comités de Tierra Urbana, conserjes, inquilinas y militantes de diversos colectivos y grupos de base se atrevieron durante cinco días a hablar de temas, que aun hoy, para muchas de las dirigentes y cuadros medios de la revolución -e incluso para altas funcionarias de gobierno-, son considerados temas tabú o asuntos secundarios dentro de la agenda revolucionaria.
La distribución de tareas dentro de sus propias organizaciones, la invisibilidad del trabajo doméstico, la escasa participación de la mujeres cargos de directivos y de liderazgo, el protagonismo de la mujer en la construcción del hábitat urbano y rural, la desigualdad en la titularidad de tierras, la sexualidad femenina, la interrupción del embarazo, la violencia hacia la mujer y el abuso sexual, fueron algunos de los asuntos tocados en los foros y grupos de trabajo. A partir de reflexiones y discusiones intensas, poco a poco las participantes fueron desnudando y evidenciando como además de la opresión capitalista, las mujeres somos discriminadas, excluidas, oprimidas y agredidas también por nuestra condición de género.
Estos planteamientos, que dentro de círculos feministas podrían parecer ideas elementales, son verdaderos hallazgos identificados colectivamente y con base a experiencias vividas por estas mujeres. Develados luego de reflexionar y batallar contra prejuicios e ilusiones de igualdad. Se trata de avances, en mi opinión, verdaderamente contundentes dentro de una revolución en la que el orden patriarcal permanece intacto. Y más que intacto, innombrado.
La corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora, integrada por el Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora, el Frente Nacional Comunal Simón Bolívar y el Centro de Estudios y Formación Simón Rodríguez; el Movimiento de Pobladoras y Pobladores, conformado por Comités de Tierra Urbana, redes de inquilinos, Campamento de Pioneros y Conserjes Unidos por Venezuela; La Vía Campesina y la Plataforma de Mujeres Revolucionarias por la Legalización del Aborto fueron las organizaciones que convocaron y llevaron adelante este primer encuentro. Por ello, el tema de la construcción de poder popular, la importancia de la fuerza y articulación de los movimientos de base en el devenir de toda revolución, y el papel asignado a las mujeres dentro de ello, fue un tema central dentro del evento.
La propia organización de un evento de esta magnitud, sin el respaldo de ninguna institución del Estado, creo que fue una demostración de que los movimientos de base, organizados y articulados, pueden llevar adelante debates políticos profundos y generar planteamientos autónomos, propositivos y críticos, dentro del proceso revolucionario venezolano.
Cuestionar el machismo presente dentro de las organizaciones e instancias políticas, evidenciado en la desigual distribución de tareas y el ejercicio de cargos directivos, fue el primer paso dado por estas mujeres en las mesas de debate. Dicha discusión condujo a realizar la exigencia, por ejemplo, “de que en todos los procesos electorales del PSUV se cumpla y respete la paridad de participación de hombres y mujeres (50-50)” cosa que no ocurrió en el pasado proceso de elección de Delegados para el Congreso Fundacional.
Para las militantes de las organizaciones participantes, la discriminación y desigualdad de la mujer no es asunto menor dentro de la revolución. Por ello, alzaron la voz dentro de sus colectivos, exigiendo que “además de declararse anticapitalistas y antiimperialistas se declaren antipatriarcales” . Así mismo, plantearon la necesidad de multiplicar espacios de reunión entre mujeres dentro de las propias organizaciones, para generar debates como este, que nunca antes se había siquiera planteado.
La revisión de los lineamientos impulsados por el Gobierno en esta materia, llevó a las participantes a un cuestionar aquellas políticas de corte asistencialista dirigidas a las mujeres, que no apuntan a un real empoderamiento ni a la transformación de relaciones de dominación. Por ello afirman, en su Declaración Final:
“Constatamos que las Misiones que asignan incentivo económico, no están centradas en el objetivo político para el cual fueron creadas. Estas Misiones tienen expresiones de asistencialismo y que están siendo utilizadas como plataforma electoral. ¡EXIJAMOS REVISION INMEDIATA!”.
En virtud de la situación de doble discriminación que viven las mujeres del campo (por ser campesinas y por ser mujeres), se exige al Gobierno Nacional “la prioridad en la titularidad de la tierra a las mujeres cabeza de hogar, y el derecho a gozar de la remuneración del pre y post parto para las mujeres campesinas” . No sé trata de un planteamiento novedoso. Estos están plasmados en el artículo 14 de la Ley de Tierras. Solo que para las mujeres pobres del campo venezolano, hasta el momento han sido letra muerta. Así mismo, se exige “la pronta aprobación de la Reforma de Ley de Regularización de la Tenencia de la Tierra Urbana, introducida en la Asamblea Nacional”.
Por último, en el campamento se hablo de cuerpo, sexualidad, violencia, embarazo no deseado, abuso sexual, interrupción del embarazo. Sin duda los temas más polémicos y ocultos (o más bien ocultados) dentro del régimen discursivo que impone el patriarcado. Régimen que dicta lo de se puede decir y lo que no se puede decir.
En mi opinión, fue el debate más enriquecedor, profundo e intenso del campamento. Las mujeres se atrevieron a hablar de su sexualidad, de sus insatisfacciones, del desconocimiento de su propio cuerpo y sexualidad. A partir de ello plantearon:
“Constatamos la necesidad de abordar el tema del feminismo, la sexualidad y la diversidad sexual, en los espacios formativos de nuestras organizaciones.”
“El sistema educativo nos enseña sobre la maternidad, pero no sobre sexualidad. Exigimos una educación sexual integral, liberadora y revolucionaria.”
“La sexualidad, la maternidad y el aborto deben ser temas de interés público”
Mujeres combativas, de base, revolucionarias, se atrevieron a hablar sin chantajes morales del aborto, del embarazo no deseado, de la manera en que las mujeres pobres son las principales víctimas de la penalización y criminalización del mismo. Y acordaron “Denunciar desde nuestras organizaciones, articuladamente, los maltratos y discutamos políticamente la interrupción segura del embarazo a través de: talleres, charlas, foros y espacios de formación. Cada quien tiene derecho a decidir sobre su cuerpo”
Para estas mujeres, ya es una necesidad “Debatir políticamente y a profundidad el tema de la despenalización y legalización de la interrupción voluntaria del embarazo dentro de nuestras organizaciones, desde una perspectiva de lucha de clases” . Y es una necesidad que esto se convierta en un asunto de debate público. A diez años del inicio del proceso revolucionario, este tema, vital para las mujeres de sectores populares, no puede seguir siendo postergado.
En las organizaciones de base ya se habló, se destapó el tabú, se discutió, se llegó a acuerdos. Habrá que esperar a ver si los cuadros medios y la alta dirigencia del gobierno se aprenden esta vez la lección que las mujeres del movimiento popular les están dando. Por su parte, el movimiento sigue avanzando. Y los encuentros regionales ya comienzan a organizarse.
Ybelice Briceño Linares
Plataforma de Mujeres Revolucionarias por la Legalización del Aborto.
Caracas, enero 2010
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