22.4.10

SOLIDARIDAD MUNDIAL CON LA SENADORA PIEDAD CORDOBA

El Proyecto Justicia y Vida envia:
Sábado 17 de abril de 2010

Los/as abajo firmantes: Intelectuales, Artistas y Activistas de la Paz, desde diferentes lugares del mundo, ante los últimos acontecimientos que se han suscitado en la República de Colombia, contra la vida de la Senadora Piedad Córdoba, manifiéstanos:

Nuestro rechazo a las acusaciones formuladas por la Procuraduría General de Colombia contra la senadora PIEDAD CÓRDOBA RUIZ el día 13 de abril de 2010, según las cuales la senadora tendría vínculos con la organización de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), más allá de lo razonable en las gestiones realizadas en la mediación con este grupo armado para la liberación de varios militares retenidos.

Las gestiones humanitarias han permitido la liberación de políticos y miembros de la fuerza pública, han sido de cara al país, con el aval del Gobierno Nacional y el acompañamiento del Comité Internacional de la Cruz Roja, la Iglesia Católica, países vecinos y medios de comunicación, lo que hace de este actuar un compromiso con la transparencia.

La senadora Piedad Córdoba quien, con un alto costo personal y político, asumió un papel determinante para lograr la libertad de varios de ellos y promover entre el Gobierno, las Farc y la misma sociedad civil la necesidad de lograr un Acuerdo Humanitario y la salida negociada al conflicto armado.

Apoyamos decididamente la lucha de la senadora y su organización, colombianas y colombianos por la Paz, en la defensa de la Paz, y la salida negociada al conflicto armado que vive Colombia

19.4.10

FUE ÉL Y FUIMOS NOSOTROS Y NOSOTRAS

Los hechos son conocidos y no hace falta entrar mucho en detalles: un tipo (boxeador y campeón: en esta sociedad prácticamente inimputable, es un heróe) golpea sin parar a su mujer y amenaza a su familia durante diez años. Siendo un tipo famoso, todos (fiscalía, CICPC, el tribunal, las organizaciones sociales de todo tipo) sabemos lo que pasa por las crónicas de los diarios. Hasta que un buen día la mata y luego – ahora ya si en la cárcel – aparentemente se suicida. En resumen: el asesino avisó que la iba a matar, la mató, y nosotros no hicimos un carajo. Ni una proclama, ni una queja, ni una denuncia, ni un carajo.

El problema de la vida privada es que se le priva de justicia a las victimas de esos pequeños grandes infiernos, sobretodo si son mujeres, niños, niñas y ancianos.
No es una cuestión de derechos, es una cuestión de justicia social.

No solo se trata de la justicia rancia burguesa solo destinada a mantener el estado de cosas vigente. Nosotros, el campo popular, tenemos un serio problema: el triunfalismo nos impide ver lo podridos que estamos, capaces de consentir en silencio hasta la peor de las injusticias cuando los y las que la sufren son las minorías y no “el sujeto revolucionario” (lo que sea que eso signifique, a quien sea que así se denomine).

Lo cierto es que el problema del patriarcado, pilar indiscutido y silencioso del capitalismo, no es un tema prioritario de quienes en Venezuela nos decimos socialistas con golpes en el pecho. La verdad es que si quienes sufren son las mujeres golpeadas en el ámbito de lo privado –privado de la justicia-, o los pueblos originarios despojados de sus tierras, o los inmigrantes ilegales, o los transformistas, nos importa un culo. Al menos seamos sinceros, así como decimos: “Viva Chávez”, “Viva la clase trabajadora”, “Viva Latinoamérica unida”, digamos también “Me importa un culo la violencia domestica”. Al menos serviría para ver nuestros limites, que tan corto vamos a llegar en la construcción del socialismo, que no reconoce sus mas oscuros secretos: La misoginia,.

Si decidimos no hacerlo, empecemos a cuestionar nuestros pensamientos más íntimos y nuestras prácticas mas “privadas” con respecto a la división sexual del trabajo, al amor, al sexo, a nuestra Madre Tierra, a la crianza, a todo pues, que realmente no son privadas, están esculpidas por el poder publico.

Si decidimos no hacerlo aprendamos las razones por las cuales el capitalismo no puede existir sin la opresión de la mujer y por las cuales el socialismo no puede nacer y sostenerse sin un movimiento feminista fuerte, conciente y combativo.

Si decidimos no hacerlo, las y los militantes socialistas debemos aprender que hay cosas que no se las podemos dejar al Estado, ni a los que trabajan en el. Podemos y debemos, si, reclamarles, exhortarlos y hasta obligarlos que respeten las leyes que amparan a las víctimas de la violencia doméstica. Podemos y debemos pedir un marco jurídico mucho mas completo y acordes a los tiempos que corren. Pero debemos empezar a ejercer la justicia, si no, nunca seremos capaces de construir una sociedad que no dependa complacientemente de un tecnócrata despreciable como los que ignoraron a los familiares de Jennifer Carolina Viera (“de” Nadie) ¿Estamos condenados a rogarle a la burguesía del poder judicial que falle a favor de reivindicaciones que atentan contra sus intereses de clase y de género? ¿Podemos seguir callados en cada caso que aparezca en los diarios, sin denunciar, sin analizar, si enojarnos al menos? ¿Por qué no podemos hacer como las Bartolinas en Bolivia y caerle directamente a palos a todos los hombres golpeadores de nuestra comunidad, por ejemplo?

No se trata de discutir lo que se hizo en nuestro proceso revolucionario al respecto, se trata de ver lo que nos falta, y es casi todo. Este no es un llamado al anarquismo, es un llamado – uno mas - a la rebeldía para salvar la revolución socialista de la burguesía de franela roja. A construirnos como hombres y mujeres nuevas, si es que somos tan valientes pues.

Si alguien que lea esto sabe de alguna organización o individualidad que se pronuncio por favor hacerlo saber.