19.4.10

FUE ÉL Y FUIMOS NOSOTROS Y NOSOTRAS

Los hechos son conocidos y no hace falta entrar mucho en detalles: un tipo (boxeador y campeón: en esta sociedad prácticamente inimputable, es un heróe) golpea sin parar a su mujer y amenaza a su familia durante diez años. Siendo un tipo famoso, todos (fiscalía, CICPC, el tribunal, las organizaciones sociales de todo tipo) sabemos lo que pasa por las crónicas de los diarios. Hasta que un buen día la mata y luego – ahora ya si en la cárcel – aparentemente se suicida. En resumen: el asesino avisó que la iba a matar, la mató, y nosotros no hicimos un carajo. Ni una proclama, ni una queja, ni una denuncia, ni un carajo.

El problema de la vida privada es que se le priva de justicia a las victimas de esos pequeños grandes infiernos, sobretodo si son mujeres, niños, niñas y ancianos.
No es una cuestión de derechos, es una cuestión de justicia social.

No solo se trata de la justicia rancia burguesa solo destinada a mantener el estado de cosas vigente. Nosotros, el campo popular, tenemos un serio problema: el triunfalismo nos impide ver lo podridos que estamos, capaces de consentir en silencio hasta la peor de las injusticias cuando los y las que la sufren son las minorías y no “el sujeto revolucionario” (lo que sea que eso signifique, a quien sea que así se denomine).

Lo cierto es que el problema del patriarcado, pilar indiscutido y silencioso del capitalismo, no es un tema prioritario de quienes en Venezuela nos decimos socialistas con golpes en el pecho. La verdad es que si quienes sufren son las mujeres golpeadas en el ámbito de lo privado –privado de la justicia-, o los pueblos originarios despojados de sus tierras, o los inmigrantes ilegales, o los transformistas, nos importa un culo. Al menos seamos sinceros, así como decimos: “Viva Chávez”, “Viva la clase trabajadora”, “Viva Latinoamérica unida”, digamos también “Me importa un culo la violencia domestica”. Al menos serviría para ver nuestros limites, que tan corto vamos a llegar en la construcción del socialismo, que no reconoce sus mas oscuros secretos: La misoginia,.

Si decidimos no hacerlo, empecemos a cuestionar nuestros pensamientos más íntimos y nuestras prácticas mas “privadas” con respecto a la división sexual del trabajo, al amor, al sexo, a nuestra Madre Tierra, a la crianza, a todo pues, que realmente no son privadas, están esculpidas por el poder publico.

Si decidimos no hacerlo aprendamos las razones por las cuales el capitalismo no puede existir sin la opresión de la mujer y por las cuales el socialismo no puede nacer y sostenerse sin un movimiento feminista fuerte, conciente y combativo.

Si decidimos no hacerlo, las y los militantes socialistas debemos aprender que hay cosas que no se las podemos dejar al Estado, ni a los que trabajan en el. Podemos y debemos, si, reclamarles, exhortarlos y hasta obligarlos que respeten las leyes que amparan a las víctimas de la violencia doméstica. Podemos y debemos pedir un marco jurídico mucho mas completo y acordes a los tiempos que corren. Pero debemos empezar a ejercer la justicia, si no, nunca seremos capaces de construir una sociedad que no dependa complacientemente de un tecnócrata despreciable como los que ignoraron a los familiares de Jennifer Carolina Viera (“de” Nadie) ¿Estamos condenados a rogarle a la burguesía del poder judicial que falle a favor de reivindicaciones que atentan contra sus intereses de clase y de género? ¿Podemos seguir callados en cada caso que aparezca en los diarios, sin denunciar, sin analizar, si enojarnos al menos? ¿Por qué no podemos hacer como las Bartolinas en Bolivia y caerle directamente a palos a todos los hombres golpeadores de nuestra comunidad, por ejemplo?

No se trata de discutir lo que se hizo en nuestro proceso revolucionario al respecto, se trata de ver lo que nos falta, y es casi todo. Este no es un llamado al anarquismo, es un llamado – uno mas - a la rebeldía para salvar la revolución socialista de la burguesía de franela roja. A construirnos como hombres y mujeres nuevas, si es que somos tan valientes pues.

Si alguien que lea esto sabe de alguna organización o individualidad que se pronuncio por favor hacerlo saber.

1 comentario:

  1. Impresionante y diáfano texto. Emociona el verbo y el llamdo mujer que haces, que nos haces, que nos hacemos. Creo en la posibilidad de oírnos y sabernos en mejores estadíos que los que actualmente nos mantienen en una especie de inercia creadora. Hay mucho miedo en la denuncia y en la propuesta liberadora, como si viviéramos en estado de sitio, en una especie de cofradía donde se sabe todo pero no se activa la crítica esperanzadora y edificante para mejorar lo torcido. Me alimenta la palabra que ensalza lo humano, lo digno y me reconozco varón sensible y activo en la solidaridad hacia lo femenino en nosotros. Mirarnos y sabernos es clave para exteriorizar así mejores y más honrosas bienaventuranzas. Largo es el camino y en el toca decir y hacer en coherencia. En esa andamos y desde la palabra y el sudor de la praxis creo en la necesidad de abrazarnos en trabajos que nos permitan vernos como somos y como anhelamos ser en pluralidad plena. Enhorabuena estas palabras que sanan tanta oscuridad. Gracias.

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